Vivimos rodeados de ruido. Además, la tecnología no nos ayuda a desconectar ni un minuto al día.
Según informe de la Agencia Europea de Medioambiente, la exposición al ruido produce alto descenso de rendimiento escolar, aumento del riesgo de dislexia, aumento de la presión sanguínea y desgaste inmunológico.
Cualquier ruido, por pequeño que nos parezca enciende una alerta en tu cerebro y su efecto continuado agota tus defensas y el sistema cardiovascular.
Por otra parte, la mente está repleta de ruido, demasiada información, el trabajo, las obligaciones, los problemas y el estrés sobrecargan al cerebro, es cuando nos bloqueamos, cuando nos quedamos en blanco.
¡STOP! Nuestro generador está al límite y necesita recargar.
El silencio es esencial para regenerar nuestro cerebro
Hay un silencio exterior, que es la ausencia de ruido, y un silencio interior: esos momentos en que logramos reducir el ruido de fondo de nuestros pensamientos, ambos son esenciales para nuestra salud.
El silencio afecta de forma positiva a las neuronas. Actúa como recarga para el cerebro, aumenta la memoria, la creatividad. El silencio cerebral regenera la mente y al organismo.
Con unos minutos de silencio al día, se disminuye la presión arterial, el ritmo cardíaco, y los pensamientos negativos.
Debemos buscar momentos diarios para recargar nuestra batería mental y cerebral. Aprender a detenernos, sin otra causa que respirar.
No estamos habituados a parar, a no hacer nada. Puede que, incluso, te sientas culpable. Entiende que es un parón necesario para mantener tu sala de máquinas.La finalidad: ser más productiv@, creativ@ y cuidar tu cuerpo.
La conciencia en la respiración es un camino hacia el silencio.
Siéntate unos minutos, puedes mirar a través de una ventana, o cerrar los ojos y respirar, sin más finalidad que, ESTAR.
La mente no se queda en blanco, seguirán apareciendo pensamientos que vagan, déjalos fluir, solo observa como un espectador, simplemente sé consciente de ti, de tu respiración. Es lo único que importa.