¿Sabías que un gesto tan simple como abrazar, puede influir en la salud y la mejora de enfermedades? Te explicamos seis razones por las que deberías abrazar todos los días. ¡Estamos seguras de que te ayudarán a convertir este gesto en un ritual diario de complicidad, bienestar y felicidad!
¿Por qué deberíamos abrazarnos todos los días?
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Es una terapia para reducir el estrés y mejorar la salud: Cuando se padece estrés, el organismo responde preparándose para una situación de peligro: genera cortisol (la hormona del estrés) y adrenalina, eleva el ritmo cardíaco, la tensión y la glucosa para aumentar la energía, dilata los bronquios para una mayor oxigenación y reduce la circulación de algunas zonas para redirigirla a los músculos. Esta respuesta prioriza la emergencia y el cuerpo deja de centrarse en otras funciones. Por eso, si el estrés es constante, el organismo se acostumbra a funcionar al límite, a dejar atrás actividades básicas, y se puede descompensar. Al recibir un abrazo, el cerebro segrega oxitocina, una hormona que actúa sobre el sistema nervioso generando emociones positivas y tranquilizadoras. De esta forma, consigue reducir los niveles de cortisol (1) y, por consiguiente, ser una terapia para prevenir y aliviar los síntomas de enfermedades relacionadas con el estrés (2).
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Es el antídoto de la felicidad y el bienestar: La irritabilidad, la negatividad y el mal humor, se deben a la disminución de dopamina, la hormona de la felicidad. Las emociones negativas pueden hacernos actuar descontroladamente y, a menudo, se canalizan a través de situaciones que producen oxitocina como, por ejemplo, con la comida. Se ha demostrado (2) que la oxitocina que produce un abrazo atenúa la negatividad de un mal día. Las terminaciones nerviosas de la piel envían el estímulo del abrazo al cerebro que la traduce rápidamente en consuelo, placer y positividad. Entrando así, en un estado emocional más feliz y con mayor bienestar.
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Transporta a la infancia generando confianza en uno mismo: Los abrazos recibidos durante los primeros años de vida quedan grabados en el sistema nervioso. De este modo, un abrazo en edad adulta, remite a la sensación de cariño, resguardo y confort que proporcionaba la madre, el padre o los familiares al ser bebé. Una sensación de “zona de confort” que genera confianza y seguridad en uno mismo para afrontar problemas del día a día.
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Aporta tranquilidad, mejora el miedo y las alteraciones del sueño: El miedo es una emoción que puede causar angustia, ansiedad o pánico (si la ansiedad se descontrola). Los niveles de cortisol, la hormona del estrés, aumentan con el miedo y pueden alterar el sueño. De hecho, un gran porcentaje de los casos de insomnio son producidos por el estrés (3). El contacto físico regula los niveles de cortisol, tranquiliza el sistema nervioso y aporta confianza para controlar y hacer frente a la situación contribuyendo a un mejor descanso.
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Relaja la musculatura: Los abrazos estimulan la circulación de los tejidos, liberan tensiones musculares y relajan. La oxitocina actúa sobre los tejidos que se encargan de los movimientos de contracción y relajación transmitiendo tranquilidad.
- Enseña valores, genera vínculos y relaciones emocionales: Un abrazo mejora las relaciones sociales. Hace sentirse bien y crea vínculos emocionales, de empatía y de confianza hacia la otra persona. Se trata de un gesto recíproco que enseña a dar, recibir y comprender. Las personas que se abrazan con frecuencia tienen mayor oxitocina, menos cortisol, y un vínculo más fuerte y duradero.
Referencias:
1. Cohen, S., Janicki-Deverts, D., Turner, R. B., & Doyle, W. J. (2015). Does hugging provide stress-buffering social support? A study of susceptibility to upper respiratory infection and illness. Psychological science, 26(2), 135–147. https://doi.org/10.1177/09567976145592842. Murphy, M., Janicki-Deverts, D., & Cohen, S. (2018). Receiving a hug is associated with the attenuation of negative mood that occurs on days with interpersonal conflict. PloS one, 13(10), e0203522. https://doi.org/10.1371/journal.pone.02035223. Viniegra Domínguez, M. A., Parellada Esquius, N., Miranda de Moraes Ribeiro, R., Parellada Pérez, L. M., Planas Olives, C., & Momblan Trejo, C. (2015). Abordaje integrativo del insomnio en atención primaria: medidas no farmacológicas y fitoterapia frente al tratamiento convencional [An integral approach to insomnia in primary care: Non-pharmacological and phytotherapy measures compared to standard treatment]. Atencion primaria, 47(6), 351–358. https://doi.org/10.1016/j.aprim.2014.07.009 |