Los grandes maestros hindúes llaman a la meditación la medicina del alma.
No hay ningún objetivo al meditar, la finalidad es encontrar la independencia y libertad interior, la calma mental y convertirnos en más humanos.
La meditación es una herramienta extraordinaria para desarrollar, cultivar y ordenar nuestra mente. Con ella aprendemos a ser conscientes de lo que pensamos, a mantener la atención en el ahora, a sentir más lucidez mental y a controlar nuestras emociones. Con ella creamos un campo de calma, quietud y bienestar que nos sana mental y físicamente y se contagia a los demás.
Los budistas creen que al meditar llega la paz a la mente, despertamos, evolucionamos espiritual, mentalmente. Enseñan que gracias a la meditación nos volvemos personas más bondadosas, tolerantes y felices. Esta renovación nos ayuda a tener mejores relaciones con las otras personas y crear nuevos vínculos mucho más limpios y sanos. Así, al cambiar nosotros también cambiamos nuestro entorno.
Beneficios de meditar habitualmente
- Reduce el estrés, ansiedad, pánico y depresión.
- Reduce enfermedades cardiovasculares y mentales (infartos, alzhéimer)
- Produce bienestar general mental, emocional y físico.
- Mejora la autoestima, la confianza y la aceptación como personas.
- Aumenta la memoria, la concentración, la capacidad mental el rendimiento.
- Cambia nuestras actitudes, la consciencia y nos mejora como seres humanos.
- Nos ayuda a conocernos interiormente, pensar correctamente y crecer espiritualmente.
Existen muchas técnicas y grados de meditación. Hoy compartimos contigo los puntos más sencillos y básicos para iniciarnos en esta práctica milenaria al alcance de todas las personas.
Preparación
- Elije un lugar tranquilo dónde puedas estar cómodo.
- Deja una luz suave. Si te apetece enciende unas velas, incienso o aceite esencial de tu gusto.
- Es una buena idea activar un cronómetro o temporizador. Puedes empezar con 5 a 10 minutos diarios.
- Elije si prefieres estar en silencio o escuchar música de fondo.
- Siéntate con la columna recta, la cabeza siguiendo la dirección vertical de la espalda y los hombros relajados.
- Cierra o abre los ojos, pero suavemente. Simplemente nota como tus párpados descansan.
- Las manos sobre tus piernas o regazo. Relajadas.
- Puedes realizar los ejercicios que te sean más cómodos y prácticos, como: enfocarte en como sientes tu cuerpo, centrarte en la respiración, visualizar algún punto concreto, concentrarte en un sonido repetitivo o música relajante.
- Respira profundamente un par de veces. Sigue respirando suave y lentamente de forma que se convierta en un ritmo estable y pausado.
- Seguramente te llegarán muchos pensamientos, ideas por tu mente. Es normal. No te obsesiones en ellos, simplemente toma acción en observarlos y lo más importante sin juzgarlos y los dejas marchar. Sigue respirando de forma fluida y sin darte cuenta conseguirás marcar tú ritmo.
- Volverán los pensamientos, recuerda no juzgar, solo observa y déjalos marchar. Siente como disfrutas de la música de fondo o el aroma que has preparado. Vive el momento, sigue respirando y enfocando en como entra y sale el aire de tu cuerpo.
- Truco: La constancia, como dice el refrán “el hábito hace al monje”
- Los primeros días podemos encontrar obstáculos para concentrarnos, molestias en el cuerpo por las posturas, incluso aburrirnos o impacientarnos por acabar y movernos.
- En unos pocos días, de repente notaremos un nuevo bienestar, paz interior y nos será mucho más fácil enfocarnos en el momento y habituarnos a la nueva calma.
Controlaremos nuestro estrés. Aprenderemos a distanciarnos de los pensamientos y del ruido mental para enfocarnos en los pensamientos que nos ayudan a ser felices, a conectar con el presente y a sentirnos vivos.
Cada persona tiene un mejor momento para meditar y desconectar del estrés y vida acelerada cotidiana.
Por la mañana al levantarse, puedes dedicar 10 minutos a encontrar esta calma interior, te activará y ayudará a organizar y ordenar tu día.
Hay quien prefiere hacerlo de noche, antes de dormir. Es ideal para tener un sueño reparador, reflexionando con las actitudes y pensamientos del día, aprendiendo de los errores y aceptándote, sintiéndote mejor.